Nos gusta utilizar nuestro blog para dar a conocer nuestra empresa, sus pequeños y no tan pequeños logros, sus avances y los nuevos servicios que ofrecemos. Sin embargo, tenemos tendencia a omitir los problemas con los que nos encontramos cada día cuando creemos que es realmente en los momentos complicados cuando una empresa demuestra su saber hacer y su profesionalidad.

Es por este motivo que queremos compartir con vosotros dos experiencias relativamente recientes que forman parte de nuestro día a día.

Como en todos los sectores existen buenos y malos profesionales, pero las astucias del transporte se superan día a día. Teniendo en cuenta que uno de los mayores costes del servicio es el gasoil y viendo los precios que tiene en los últimos meses, no os sonará raro que el robo de gasoil sea una de las actividades más habituales que sufrimos las empresas de transporte.

Esto supone, además del gasoil robado, la rotura de los tapones, depósitos de gasoil, etc. implica el miedo y la tensión que pasan los chóferes cuando se producen estas situaciones, porque hay mafias perfectamente organizadas que se dedican a eso y que son agresivas y no tienen ningún tipo de pudor en lesionar al chófer, si se opone.

Sin embargo, hace pocos días, uno de nuestros chóferes, junto con otros compañeros de otras empresas acorralaron a ‘un ladrón de gasoil’ y no le dejaron marchar. Tuvieron que esperar a que llegase la policía, presentar la correspondiente denuncia y al tratarse de una persona extranjera en el país que sucedió, le dejaron marchar. Es decir, todo el esfuerzo se quedó en nada y los implicados nos quedamos, con menos gasoil, daños en nuestros camiones y el consiguiente incumplimiento en la entrega de la mercancía al no poder seguir el ritmo habitual.

Por desgracia, este tipo de situaciones de indefensión se repiten diariamente y son a las que estamos expuestas todas las empresas de transporte.

Otra forma habitual de obtener un rendimiento ilícito, que utilizan habitualmente los malos profesionales del sector es ‘inventarse’ paralizaciones, cuando no existe motivo para ello y extorsionar a las empresas que les han contratado para que realicen el pago antes de la entrega de la mercancía.

Esta situación nos ha tocado vivirla recientemente y realmente el sentimiento de impotencia y de soledad que tienes es mayúsculo. Acuerdas las condiciones de prestación de servicio y el transportista que realiza el viaje decide chantajearte y te dice “o me pagas el viaje y la paralización o no entrego la mercancía“. Por desgracia y en base a la experiencia que hemos vivido creemos que la inmensa mayoría de las empresa cede a este chantaje.

En nuestro caso, decidimos no hacerlo y ahora, que ya está todo cerrado y que ha salido bien, nos sentimos orgullosos de haber actuado así. Pero debo reconoceros que durante el proceso y tras ver que estás realmente sólo ante el problema, llegas a dudar de todo.

La situación es tremendamente ambigua porque técnicamente no es un robo de mercancía, sino una apropiación indebida y al no ser un tema penal, la policía no interviene, al menos no al inicio. Tuvieron que pasar más de cuatro días y dos visitas a la comisaría para que nos dejasen poner la denuncia.

Por otro lado, al tratarse de un incumplimiento mercantil, se debe proceder a través del juzgado, que bajo ningún caso plantea una solución ágil e inmediata. Tampoco puedes dar parte al seguro, porque al ser una apropiación indebida, la mayoría de los seguros lo tienen excluido en sus pólizas.

Ya, cuando pensábamos que la soledad no podía ser mayor y que habíamos tocado fondo, hablamos con los expertos en derecho que nos asesoran y nos recomendaron ceder al chantaje. Su planteamiento era,  en todo caso, emprender acciones legales después. Sentimos que se nos caía el mundo encima. Sin embargo, nos mantuvimos firmes y finalmente la mercancía fue entregada y la factura se pagará a su debido tiempo, pero nuestra andadura por el desierto fue tremenda.

Merece la pena destacar, que esta actuación no hubiera sido posible si nuestro cliente no hubiese aceptado y apoyado nuestra forma de actuar y no nos hubiese ayudado, aligerando la presión de las consecuencias de la entrega tardía. De ahí que le estamos tremendamente agradecidos.

Como veis, nuestro día a día aún es más tenso y complicado de lo que a priori puede parecer, pero en Navanor lo afrontamos con la mayor de nuestras sonrisas y la determinación de que todo problema tiene una solución.